Lunes, 11 de febrero de 2019 - El plan del gobierno para capacitar a 2,100 estudiantes de cuarto año para laborar en la industria de la construcción mueve la ruta del Departamento de Educación a las necesidades más inmediatas del mercado, dentro de los esfuerzos de reconstrucción.La iniciativa también ofrece a esos egresados mejores oportunidades de conseguir empleo. Al esfuerzo deben sumarse, además de entrenamiento en seguridad, matemáticas, manejo de herramientas y códigos de construcción, cursos para desarrollar el espíritu emprendedor de nuestros jóvenes. La fase inicial de la iniciativa conlleva 160 horas contacto hasta junio. Se pondrá en vigor mediante un currículo especial desde mediados de mayo hasta junio, con un presupuesto estimado en $1.2 millones.Se ofrecerá primero a estudiantes de cuarto año de escuela superior. Luego se evaluará si se expande a otros grados del nivel superior. Los estudiantes podrán especializarse en carpintería. Después se añadirán otros oficios, como plomería, electricidad y albañilería. Ochenta y cuatro maestros recibirán adiestramientos para impartir los cursos. De esa manera, el gobierno prevé el reclutamiento inmediato de estos jóvenes por parte de una industria de la construcción que se proyecta pujante con el arribo de las asignaciones federales ligadas a la reconstrucción.Del mismo modo, pueden integrarse otras destrezas vocacionales que preparen a los jóvenes interesados en otros mercados de trabajo que también aporten al desarrollo económico de la isla. Ejemplos son las destrezas vinculadas a la industria del turismo y las que permiten el desarrollo de pequeños negocios.Por años, el Departamento de Educación ha enfrentado el reto de establecer un proyecto educativo pertinente a la realidad de los estudiantes. Por falta de datos actualizados, resulta prácticamente un misterio conocer cuántos jóvenes abandonan la escuela sin graduarse de cuarto año.Según un informe oficial de 2016, la mayoría de los estudiantes que se dio de baja reportó interés en estudiar en un programa acelerado o alternativo. Otros hablaron de dejar la escuela para trabajar, evitar un fracaso académico o asumir responsabilidades en el hogar. Datos del Instituto de Desarrollo de la Juventud, para 2016, han indicado que la mayoría de los menores de 18 años —el 56%— vive en pobreza. Los padres del 53% de nuestros niños y adolescentes no tenían empleo seguro. Hasta 25,000 jóvenes no asistían a la escuela ni trabajaban.El informe más reciente del Instituto, sobre el impacto del huracán María en la niñez, reveló también que muchos de nuestros niños y jóvenes sufren aún las secuelas emocionales de la emergencia vivida tras el huracán María. Estudiantes del sistema público llegaron a perder un promedio de 78 días de clases por ausencias después del ciclón. Casi la mitad de las familias, encuestadas en 705 hogares, dijo haber identificado cambios en el comportamiento de sus hijos desde entonces.Ese escenario requiere atención integrada, en la cual el proyecto anunciado por el gobierno puede ser una acción, pero no aislada. Adiestrar a los estudiantes en tareas relacionadas a la reconstrucción puede activar empleos y encaminar una economía sostenible, como parte de un proyecto educativo amplio.Aparte de las necesidades inmediatas de la reconstrucción, el país necesitará ciudadanos con múltiples competencias académicas y emocionales. Sobre todo, el proyecto educativo debe perseverar en su misión de propiciar el desarrollo humano. La educación debe proveer a los estudiantes las herramientas que le permitan, no solo adquirir un trabajo en el corto plazo, sino alcanzar su mayor potencial. La educación tiene que ser plataforma para generar equidad, mejorar aprovechamiento académico y la calidad de las vidas que toca. El proyecto educativo puede nutrirse de lo mejor de los modelos de entidades sin fines de lucro que han transformado vidas en la isla. Debe dar paso a la educación holística necesaria para los retos de hoy y del futuro.