Puerto Rico está expuesto a fuertes huracanes durante la temporada ciclónica, que va de junio a noviembre, y a temblores durante todo el año, debido a su ubicación en una zona sísmica activa. Los eventos recientes, incluyendo fuertes lluvias por periodos prolongado de tiempo, han demostrado la necesidad urgente de construir estructuras resilientes que puedan soportar estos embates. Comunidades enteras han sufrido daños significativos, lo que resalta la relevancia de tener una vivienda segura.
Recientemente, hemos sido testigos de eventos climáticos extremos que han afectado a numerosas comunidades en la isla. Estos fenómenos han causado daños significativos en infraestructuras y viviendas, dejando a muchas familias en situaciones vulnerables. Es en este contexto que la importancia de incentivar, propiciar y fomentar la construcción de la vivienda formal en Puerto Rico se hace evidente.
La vivienda informal se refiere a construcciones que no cumplen con los códigos de construcción adoptados para Puerto Rico, las que se construyen sin planos estructurales, sin permisos y muchas veces, usando materiales inadecuados, lo que las convierten en viviendas inseguras y peligrosas en casos de desastres naturales, que pueden colapsar, arriesgando la vida de las familias que la habitan.
En contraste, la vivienda formal es aquella que cumple con los requisitos establecidos en los Códigos de Construcción, que regulan el diseño estructural, la seguridad eléctrica, protección contra incendios, accesibilidad, entre otros. El propósito de estos códigos de construcción, los cuales se revisan constantemente para adaptarse a los cambios climáticos y circunstancias particulares de nuestra zona tropical, es garantizar la seguridad de los usuarios y salvar vidas.
Una vivienda formal no solo proporciona seguridad ante huracanes y terremotos, sino que también ofrece tranquilidad a sus ocupantes. La inversión en una vivienda formal es, por lo tanto, una medida preventiva esencial y un beneficio social para nuestro Puerto Rico.
Para aquellos que buscan mejorar la seguridad de sus hogares, hay varias estrategias que se pueden implementar:
1. Ventanas y puertas:
2. Techos:
3. Cimientos y estructura:
Es esencial que los residentes de Puerto Rico estén informados sobre cómo preparar sus hogares para huracanes y terremotos. Se recomienda buscar orientación de profesionales en construcción, arquitectos o ingenieros, y recursos de organizaciones sin fines de lucro que ofrezcan información sobre construcción segura y resiliente, tales como: el Colegio de Ingenieros y Agrimensores de PR (CIAPR), el Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico (CAAPPR), Habitat for Humanity, y Techo pa’ Mi Gente, entre otras.
Si ya tienes una vivienda y no estás seguro de su resistencia, es recomendable realizar una evaluación estructural con un profesional calificado. Esto puede ayudar a identificar vulnerabilidades y tomar medidas correctivas antes de que ocurra un desastre. Puedes hacer las mejoras recomendadas poco a poco. Y lo más importante, asegurarse de que se le de el mantenimiento adecuado para que su residencia esta lista para la próxima temporada de huracanes.
Es crucial priorizar la seguridad y la vida ante el paso de un huracán, un terremoto y copiosas lluvias, siguiendo las recomendaciones de los expertos, y preparándose adecuadamente para enfrentar estos eventos. La prevención y preparación son claves para minimizar el riesgo y proteger nuestras comunidades.
Ante la inminencia de un huracán o un terremoto, la protección de la vida debe ser la prioridad. Esto implica no solo tener un hogar seguro, sino también estar preparados con planes de evacuación y suministros de emergencia. La educación y la preparación son esenciales para reducir el riesgo y garantizar la seguridad de las familias.
La importancia de tener un hogar seguro en Puerto Rico no puede subestimarse; no se puede considerar un lujo. La inversión en estructuras resistentes y la preparación adecuada son claves para enfrentar los desafíos que presentan los huracanes y los terremotos. Al priorizar la seguridad, no solo se protege la vida, sino que también se contribuye a la resiliencia de las comunidades frente a futuros desastres.
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